Nunca dejemos de llevar a todos los rincones, por mucho barro que haya, las buenas noticias de salvación.
“¿Cómo, pues, invocarán a Aquél en quien no creyeron? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no oyeron? ¿Y cómo oirán sin haber quien predique? ¿Y cómo predicarán si no fueran enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que proclaman buenas nuevas!”
Romanos 10:14-15